Davis, S. y Wehmeyer, M. L.
(1991): Ten steps to self-determination. Arlington,
TX: The Arc National
Headquarters) (Extraído de: B. Doss y B. Hatcher (1996): “Selfdetermination as
a family affair”. En D. J. Sands y M. L. Wehmeyer (Eds.): Selfdetermination across
the life span. Pg. 62. Baltimore: Paul H. Brookes
1.- Camina por la cuerda de equilibrista que va de la
protección a la independencia. Permite a tu hijo o hija explorar su mundo. Esto
puede significar morderte la lengua y mirar desde la ventana de la cocina la
primera vez que tu hijo queda con los vecinos, en vez de salir corriendo a
controlar lo que ocurra. Aunque hay obviamente limitaciones a esto, todos los
padres tienen que ‘dejar marchar’ y esto nunca es fácil.
2.- Los niños necesitan aprender que lo que ellos dicen o
hacen es importante y puede influir en los demás. Esto implica permitirles que
asuman riesgos y que exploren. Anima a tu hijo a hacer preguntas y expresar
opiniones. Una manera de proporcionarle esta oportunidad para aprender es
implicarle en las situaciones familiares de toma de decisiones y discusiones.
3.- La autoestima y la autoconfianza son factores críticos
en el desarrollo de la autodeterminación. Modela en tu hijo tu propio sentido
de autoestima positiva.
Di a tu hijo que él es importante para ti, pasando tiempo
con él. De nuevo, implícale en las actividades y decisiones familiares.
4.- No rehúyas las preguntas de tu hijo sobre las
diferencias relacionadas con su discapacidad. Esto no significa, sin embargo,
centrarse en el aspecto negativo de la condición de discapacidad. Haz hincapié
en que cada persona es única, resalta las capacidades de tu hijo y ayúdale a
aceptar las inevitables limitaciones.
5.- Da importancia al proceso de lograr metas, no hagas solo
hincapié en los resultados. Los niños necesitan aprender a trabajar para
conseguir metas.
Para niños mayores, favorece habilidades tales como la organización
y establecimiento de objetivos, modelando estas conductas. Haz listas o cuelga un
tablón de notas que muestre el horario diario para cada miembro de la familia.
Comenta acerca de los pasos que utilizarás para completar una tarea e
implícales en tareas que se dirijan a metas de la familia, tales como
planificar unas vacaciones.
6.- Programa oportunidades para que haya interacciones con
niños de diferentes edades y características. Esto podría ser en centros
infantiles, escuelas, iglesias y cuando juegan en el barrio. Empieza cuanto
antes a encontrar ocasiones para que tu hijo o hija participe en actividades
que a todos los niños les ayudan a darse cuenta de que cada persona es única.
7.- Establece expectativas realistas pero ambiciosas. Toma
un papel activo en la experiencia educativa de tu hijo. Familiarízate con sus
capacidades de lectura e identifica libros que proporcionen el suficiente reto
para moverse a nuevos niveles de lectura. Asegúrate que no fuerzas actividades
que lleven a la frustración, pero no asumas que todos los progresos han de
tener lugar en la escuela.
8.- Permite que tu hijo asuma la responsabilidad de sus
propias acciones éxitos y fracasos. Proporciónale razones válidas para hacer
las cosas, en vez de simplemente decir ‘¡por que yo lo digo!’. Dar
explicaciones ofrece la oportunidad de que el niño haga una actividad por sí
mismo.
9.- No dejes al azar las ocasiones para hacer elecciones.
Aprovecha toda oportunidad para que tu hijo elija: la ropa que se va a poner, lo
que va a haber de cena, o dónde ir la familia de vacaciones. Y, aunque esto no siempre
es práctico o posible, asegúrate de que estas ocasiones de elegir sean significativas.
También, cuando se le ofrezcan alternativas de elección, asegúrate de que su
decisión es respetada.
10.- Ofrece información de lo realizado positiva y honesta.
Céntrate en la conducta o tarea que necesita cambiarse. No hagas que tu hijo lo
sienta como un fracaso. Todos nosotros aprendemos de nuestros errores; pero
solo si se estructuran de un modo que no nos lleven a creer que el problema
está en nosotros.