jueves, 7 de julio de 2011

ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA



Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.

El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido!.Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.


El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.


Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.


En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo.

Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.


Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.


Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:- "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".


La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.


Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

viernes, 1 de julio de 2011

EL SABIO Y EL REY

Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

-"¡Qué desgracia, mi señor!" -exclamó el Sabio, - "Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad".

-"¡Qué insolencia!" -gritó el Rey enfurecido, -"¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!" -Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al
Rey con atención, le dijo:

-"¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes".


Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran
cien monedas de
oro.

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

-"¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro".

-"Recuerda bien, amigo mío", -respondió el segundo Sabio, - "que todo depende de la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse".



De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma en que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.


La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.